Cuando era niña Beatriz comenzó a escribir poemas con el mismo talento, también llamado genio, con el que escribe ahora. Su temática era la misma: la muerte. Apenas dejando la adolescencia comienza a publicar y a ganar premios y menciones en su país, Argentina, y en el extranjero. Rápidamente se convirtió en una estrella ascendente que encandilaba todo a su paso. Su talento, aunado a su belleza, puso a los círculos literarios del poder a sus pies. Beatriz iba camino a convertirse en una poeta famosa y, trabajadora desde los 14 años para ayudar a su madre, a poder vivir de su poesía.
Pero
las grandes editoriales seguían esquivas cuando una extraña
enfermedad la puso al borde de la muerte: Lupus. Beatriz recibió la
extremaunción y cuando todo el mundo esperaba la muerte de la poeta, la poeta
revivió. Nadie sabe que diálogo tuvo en ese encuentro cara a cara con la
muerte, pero la poeta se alejó para siempre de los círculos literarios, dejó de
publicar, de participar en concursos, pero nunca dejó de
escribir.
La
estrella en ascenso se convirtió en guerrera solitaria. Pasó muchos años
luchando contra el lupus, trabajando en lugares infames, sufriendo por la
falta de dinero que impedía que tuviera un mejor tratamiento; viviendo en
apartamentos alquilados y la mayor parte en oscuras habitaciones de pensiones.
Pasó por muchas universidades, derecho, letras, filosofía, sicología, de cada
una aprendió lo que quería y no se quedó en ninguna. La enfermedad iba siempre
con ella quitándole casi todo, desde el cabello a la vista, desde la
posibilidad de tener a hijos a caminar, de tomar sol (enemigo mortal) comer
lo quería, pero ella nunca se dio por vencida. Y siempre le dio un chance al
amor aunque con el amor le pasaba lo mismo que con el dinero: cuando creía que
era bueno, resultaba ser falso. Sin embargo, Beatriz amó y fue amada. Vivió
intensamente en medio de la guerra por salvar su vida que era su día a
día.
Después
de una década Beatriz le ganó al Lupus y se curó de una enfermedad
considerada crónica. Beatriz ganó y quedó entera, sin rastros ni secuelas de la
enfermedad, quizá porque esa no había sido su primera batalla ni su
primer encuentro con la muerte. La muerte la acompañaba desde la adolescencia
cuando era su invitada permanente, su sombra amante que no la abandonaba
por más desplantes que le hiciera la poeta. La muerte queriendo
arrastrarla con ella a los 15,
a los 16,
a los 18 años… La muerte.
Y
la poeta siguió escribiendo con una genialidad tal que, cuando hace unos años
atrás decidió volver a publicar, en Europa y Estados Unidos la compararon con Sylvia Plath, Goethe, Alejandra
Pizarnik, Novalis.
En su país la ignoran y a ella no le
importa, sigue alejada de los círculos literarios.
Ojalá que con Beatriz Iriart no pase
lo mismo que con Alejandra Pizarnik que sufrió la indiferencia de las
grandes editoriales y tuvo que trabajar duramente para subsistir.
Alejandra muerta se convirtió en un gran negocio editorial: produce grandes
dividendos.
Ojalà que las editoriales no hagan
lo mismo con Beatriz Iriart porque van a salir perdiendo: la poeta tiene
pensado vivir por lo menos 200 años. Publicando, claro.
DECRETO
Cuando partas
los
cipreses no llorarán
sobre
tu tumba
porque
no habrá tumba
sólo
recuerdos.
Este
año te cambiaste tu apellido, dejaste el López Osornio con el que se te
conocía y adoptaste el “Iriart”, ¿por qué?
Es
un homenaje tardío a mi mamá a la cual le debo el haberme introducido en el
mundo del arte y la cultura, tomada de su mano como si fuera un juego, cuando
apenas comenzaba a caminar.
¿Cuándo
comenzaste a escribir?
En
la primaria. Escribía composiciones que siempre ganaban felicitaciones y
premios por parte de las maestras y la escuela. Mi primera poesía la escribí un
día que mamá, yo tenía unos 10 años, me dijo que me portaba tan mal como
"Pepita La Pistolera ".
No sabía quién era ese personaje pero escribí mi primer poema que llevaba ese
nombre.
¿Tu
madre lo leyó?
No
recuerdo, creo que no, y el “poema” se perdió. A partir de ese momento, sin ser
consciente de ello, escribir poemas se convirtió en parte de mi cotidianeidad.
¿Hay
poemas tuyos que leemos hoy que escribiste siendo niña?
Sí. Decreto es un poema que escribí a los 11 o 12
años.
¿Se
lo diste a leer a alguien?
No,
recién al final de mi adolescencia comienzo a mostrar mis poemas cuando me
relaciono con el movimiento de cultura underground,
en cuyas revistas me publican por primera vez a los 19 años más o menos.
¿Cuándo
publicaste tu primer libro y cómo se llamaba?
Perspectivas y
lo publiqué en forma independiente en 1977. Era un libro pequeño, muy sobrio,
que fue muy bien recibido por el medio. Me convirtieron en una poeta de culto
en mi ciudad, porque decían que mi poesía no se parecía a la de nadie.
Pero a pesar de ese buen recibimiento, las editoriales siempre fueron esquivas
hasta el día de hoy: tengo tres libros publicados y los tres son ediciones
independientes.
¿Había
algún poeta, hombre o mujer, que te influenciara?
No.
Cuando era niña leía la poesía obligatoria en la escuela, pero si bien era una
gran lectora de leyendas y cuentos, no lo era de poesía. Admiro a dos o
tres poetas, pero no siento que me hayan influenciado y nunca quise escribir
como ellos: Julio
Cortázar, más conocido
como escritor que como poeta, de quien amo todo; Sylvia
Plath y Alejandra
Pizarnik.
Es
curioso porque en el prólogo de tu último libro, “La
Muerte Quiere...”, la profesora chileno-estadounidense Sonia
M.Martin te compara con ambas
poetas.
Sí,
a mí me llamó mucho la atención cuando lo leí, porque nunca sentí que mi poesía
se pareciera a la de ellas… ¡ellas son sublimes! Así que recibí esa
apreciación de la profesora Martin con mucho agradecimiento, y como una gran
distinción a la que tengo que hacerle honor.
Las
poesías que escribiste en tu adolescencia tienen una profundidad que sólo te da
haber vivido mucho. ¿De dónde sacabas tú esa profundidad?
Los
sacaba de la vida, de la vida que nunca me mostró su cara más bella. Mi niñez y
juventud fueron una pesadilla de la cual todavía no puedo despertar.
¿Por
qué?
Mi
vida fue muy difícil desde niña, había mucho amor por parte de mi madre pero poca
alegría, aunque suene contradictorio. A los 10 años yo ya era una anciana.
Escribir poesía fue una manera de transmutar ese dolor. Y si mi poesía de hoy
es tan dolorosa como la de entonces, es porque mi dolor fue y es tan leal
que por decreto de vida no me abandona
¿Escribes
porque tu vida es dura?
No.
Yo creo que el camino ya estaba marcado. Escribo porque simplemente la poesía
surge, nace, jamás me pongo a pensar porqué.
¿No
recibiste la influencia de los años ´70 cuando se endiosaba a los poetas de
vida trágica, los suicidas?
No,
para nada. Yo leía a Cortázar, y él no sólo estaba vivo sino que estaba lejos
de ser un “poeta maldito”. Y cuando me relacioné con el movimiento de cultura
underground encontré que allí había un canto a la vida, no a la muerte.
Llama
la atención que tu poesía no refleja nada de tu vida.
No,
mi poesía es independiente de mi vida, no me preguntés por qué porque no
lo sé. Cuando escribo yo me siento un puente entre la vida y la muerte.
¿Sientes
que la poesía te salvó de tanto dolor?
Sí,
ahora siento que me salvó y me salva del dolor, antes no.
¿Por
qué te alejaste de los círculos literarios?
Abandoné
todo porque me sentía como esos caballos que están muy bien cuidados pero
encerrados y yo necesitaba salir a campo abierto. Sentí que necesitaba estar
sola y busqué la compañía de otros poetas solos, en el sentido de no
pertenencia a ningún grupo literario, como yo.
¿No
te afectó perder la temprana “celebridad”?
Mirá,
los años me enseñaron que este es el juego que me tocó en suerte.
¿No
te molesta que las editoriales de tu país no te publiquen?
No.
Simplemente aguardo. Sé que el día llegará cuando Céfiro me entregue el beso
fugaz del reconocimiento.
Además
de “aguardar”, ¿llamas a las puertas de las editoriales?
No.
¿No
te interesa publicar?
No.
Creo en el destino y creo en el día en que mis poemas hallaràn la luz en muchas
partes… tal vez yo ya no esté, pero sé que eso va a pasar.
¿No
te importa que no vayas a estar?
No.
Porque yo no escribo para disfrutar ni para que me reconozcan. Yo escribo
porque no puedo dejar de hacerlo. Sé que está predestinado que mi poesía
se conozca, el cuándo no tiene importancia.
¿No
crees que a veces al destino hay que ayudarlo?
No.
¿Te
consuela el reconocimiento en el extranjero por la indiferencia que recibes en
Argentina?
Fagocito,
celebro y agradezco a los dioses que mi poesía haya cruzado fronteras.
¿Vives
de tu poesía?
No.
Trabajo desde los 14 años, porque aunque mi mamá
trabaja más de doce horas diarias, el dinero que ganaba no era suficiente para
pagar el alquiler de la casa y criarnos a mis dos hermanas y a mí. Conseguir
dinero para vivir siempre fue una tarea muy ardua, fui desde vendedora de
comercio hasta empleada pública, secretaria de un fiscal de estado y de una
clínica, pasando a ser cuidadora de enfermos terminales. La poesía nunca me ha
dado para vivir pero estoy viva porque escribo.
¿Trabajabas
y estudiabas al mismo tiempo?
No.
Cursé un año y tuve que abandonar. Terminar la secundaria fue una materia
pendiente en mi vida, me sentía muy mal porque la sociedad era muy cruel, me
marginaba, pero a los 30 años, estudiando de noche y teniendo dos empleos,
me gradué con honores. Y el mayor honor fue haberme graduado a pesar de
que me enfermé de lupus y estuve a punto de morir varias veces.
¿Te
sigue costando conseguir “el pan tuyo de cada día”?
(Risas) Sí.
Vivo muy pero muy austeramente. Me jubilé por la enfermedad antes de los 40 y
mi jubilación es mínima. Pero me acostumbré. La falta de dinero no impide que
disfrute cada día plenamente como si fuera millonaria.
¿Qué
esperas ahora de la vida?
Sigo
atenta a los mandatos de Tánatos, Gnomos, Sílfides, Anubis, Salamandras,
Dríade y Ondinas que marcan el sendero que transito.
Beatriz,
muchas gracias por la entrevista. Espero que pronto te descubra una gran
editorial y tengas el éxito, y el dinero, que te mereces.
Muchas
gracias, que así sea.
Buenos Aires, diciembre de 2010
BEATRIZ IRIART
·
Prensa
Nace en otoño (12 de mayo) en La Plata, Argentina.
Miembro
de la "Sociedad de Escritores Latinoamericanos de California y Capítulo
Internacional en Internet (SELC y CII), California, Estados Unidos.
Ha recibido
premios y menciones de la S.A.D.E (Sociedad Argentina
de Escritores), S.E.P (Sociedad de
Escritores de la Provincia de Buenos Aires), entre otros reconocimientos.
Libros
publicados
Perspectivas
(1977)
Collage de Cinco
(1981)
Extraño Linaje
(1984)
La Muerte Quiere (1era
edición, 2003; 2da edición, 2016)
TE HE SOÑADO TANTO LIBERTAD (2017)
Su
obra es publicada en diferentes países del mundo, en varios idiomas.
Estudió
cerámica y pintura.
Formó
parte del movimiento underground en la década del '70, colaborando con la
revista literaria Machu Picchu.
En
2014, la afamada compositora venezolana Diana Arismendi,
compuso la obra In memoriam, para
conmemorar el Holocausto,
inspirándose el segundo movimiento en el poema Yo estuve en Auschwitz.
En
2015 la obra fue estrenada por el Espacio Anna Frank de
Caracas, para conmemorar los 70 años de la Liberación de Auschwitz, y fue
interpretada por la Orquesta Sinfónica de Venezuela
(OSV) dirigida por el maestro Alfredo Rugeles.
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