Nos quedamos sin lágrimas.
Secos en cuerpo y alma.
La piel árida.
Nos tornamos en desierto.
En parias de herrar vagabundo.
Somos LOS HEREDEROS
de la crueldad devastadora
que azota aún
salvaje y furtiva
el reposo de los moribundos.
Beatriz Iriart
Fotografía: Giovanni Gilli