Ansiamos
el
augurio de no dejar que las tormentas
nos
lleven a lugares oscuros y solitarios
ni a
los huecos provocados por los buitres
que
acechan el comienzo de los sueños
en las
estaciones sombrías.
Ansiamos
la
promesa que no llega
el
sendero correcto
iluminado
sin prisa.
No
caer en los avismos desiertos
causados
por los últimos destellos
de las
partidas.
Lentamente
aceptamos que la luna
se
refugie en los regazos.
El
egoísmo de la misma.
Y los
interrogantes
que
apartaron
temporalmente
las
señales
incumplidas.
©Beatriz
Iriart