La muerte y su amigo son dos
palomas.
Ajenas al dolor
desconocen
que los jinetes nos azotan
que hemos regresado
al Dédalo de lobreguez
donde enfrentamos a la niebla
para no danzar con la agonía
para no dormir con lo ilógico.
©Beatriz Iriart
Fotografía: Giovanni Gilli